sábado, 2 de junio de 2007

¿Quién soy?

El primer recuerdo bonito que tengo es mi abuela, pasando sus manos por mi pelo largo, largo; haciendome una trenza que no dura tres minutos por que mi pelo rebelde quiere liberarse del encierro. Veo esa imagen y me veo a mí.

Al igual que cuando veo a mi mamá. La veo en las fotos de cuando nací hace 24 años, ella tenia 25 años...casi mi edad

Es increíble lo mucho que uno llega a parecerse a los padres. En mis gestos veo a mi papá, lo veo en mi forma de hablar acelerada y mi sonrisa entrecortada. Lo veo en mis formas poco sutiles y mi voz ruidosa, lo veo en mi determinación y mi tendencia a exigirme siempre más y más. Lo veo cada vez que llego a mi casa tarde del trabajo y en mi pasión por el periodismo y la escritura.

Y es que yo creo que en otra vida mi papá fue periodista y excritor. En otra vida también fue bohemio, trovador; deambuló por el mundo y fue feliz así. Sus ojos verdes probablemente vieron mundos alternativos y descubrieron formas de ver la vida diferente. Él es mi caballero de la triste figura, estoico, fuerte, pero con un interior vulnerable y de vidrio.

Pero al mirar al espejo y ver mi reflejo a quien veo es a mi mamá, como si la imagen de la fotografía de mi nacimiento viviera en mi, como si a me pusiera la ropa que ella tiene en la foto, ella reviviría en mi.

Tengo su mismo rostro, su mismos labios, sus mismos ojos, sus mismas mejillas, sus mismas manos y sus mismos pies. Comparto su mismo amor por mi abuela, quien fue pilar de mi vida y cuya ausencia todavía lloro cuando oigo ciertas canciones, cuyo tacto y cuya voz nunca podré sacarme de mi cabeza.

Mi abuela, mi madre y mi padre son los grandes amores de mi vida. Ellos me construyeron y me dieron alas y me dejaron ser quien soy hoy, un rompecabezas con piezas de ellos y piezas que yo mismo construí.

Me inspiraron a escribir sobre ellos, sobre sus excentricidades y sus anécdotas, despertaron en mi el amor hacia el periodismo que estudio y ejerzo.

Las dos mujeres en mi vida afloran sentimientos y felicidad, me dieron una niñez llena de recuerdos jocosos, de aroma a tierra mojada y a perfume de mujer.

Mientras que mi papá encontró en mi la chispa de la constante aventura. Me llevó a vivir en la cabaña con el tío Tom, a viajar en el tren con Ana Karenina y a bajarme en la estación de tren de Macondo. Más tarde me llevó a un viajar por la caverna de Saramago y a visitar a la rosa del principito.

Juntos todos me han dado enormes regalos, grandes recompensas y un ambiente que me permitió buscarme a mi misma, viajar con la imaginación y despegar con los pies en la tierra.

Espero poder seguir viajando, poder seguir explorando en los confines de mi experiencia, hablar los idiomas de Rosseau, Confucio y Dante Allegheri. Viajar al viejo continente y pasarme una tarde en el Museo Del Prado, bailar una canción melancólica en los Campos Eliseos al sonido de un violín, caminar por los pasillos de la Universidad de Madrid, escribir de la redacción de El País hacia el mundo.

Miro hacia el futuro y veo meramente el prólogo de un libro, la lectura del mismo me emociona, me causa ansiedad, pero no puedo esperar...

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